Dulce panela

Bien podría tratarse del título de una película o de una novela romántica, pero no es éste el caso. Panela es el nombre genérico (no es una marca) del azúcar más puro que se comercializa en nuestro país.

Se diferencia del resto de azúcares en que la panela es 100% integral y natural, pues se obtiene del jugo de la caña de azúcar, que luego se evapora hasta cristalizar. Un proceso en el que no existe refinado ni centrifugado, de modo que la panela conserva intactos todos los nutrientes de la caña de azúcar; y, con ellos, sus magníficas propiedades.

Acaso una de las características más notables de la panela sea su sabor: dulce, suave y delicado. Un sabor que no empalaga ni altera en exceso el del alimento que endulza. A lo que se suman importantes virtudes: especialmente rica en calcio, hierro y vitaminas del grupo B. La panela ayuda a prevenir las enfermedades a las que suele contribuir el azúcar blanco refinado: obesidad, diabetes, colesterol, caries, osteoporosis o toda una larga serie de desequilibrios en el sistema nervioso.

Asimismo, es ideal para niños/as, ancianos/as, mujeres embarazadas y deportistas. Y también para personas que padezcan enfermedades de la piel o que hayan sufrido traumatismos, esguinces, tendinitis, etc.

En América del Sur es una auténtica panacea, pues se utiliza para tratar las afecciones pulmonares a modo de expectorante, para hacer crecer las uñas y el cabello y para cicatrizar heridas.

Podéis usarla para endulzar bebidas frías (limón, malta), calientes (bebidas de algarroba, leches vegetales o infusiones), en repostería o en cualquiera de los usos que se le ha dado tradicionalmente al azúcar blanco.

Os sugiero utilizar la de comercio justo o de la marca Soria Natural, ya que, aparte de ser de excelente calidad, la envasan en forma granulada, por lo que resulta muy práctica. Pero también podéis encontrarla fácilmente en tiendas de alimentación internacional, donde se comercializan productos de importación. Allí las venden en forma de bloques de distintos tamaños que pueden rasparse o rallarse con algunos utensilios de cocina.

Añadir, finalmente, que en lo que respecta a la simbología de los alimentos, el azúcar simboliza y alimenta la dulzura. No es de extrañar, por consiguiente, que en un mundo tan falto de amor como el nuestro, un gran número de personas busque el alimento dulce (a veces, de forma compulsiva), o sea, la dulzura (que en ocasiones no encuentran, o no en la suficiente cantidad, en sus vidas cotidianas, en sus seres más allegados). Ahora bien, el azúcar blanco, como azúcar sintético que es, no representa a la verdadera y genuina dulzura, ni nos ayuda a desarrollarla. Pero la panela, al tratarse de un azúcar 100% integral, contribuye a que crezca y se exprese esa semilla de amor íntegro y puro que todos/as llevamos dentro: el amor incondicional.

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Mi amiga Marta, natural de Colombia (país donde se consume ampliamente la panela) y residente en Valencia, me comentaba hoy mismo por teléfono que algunos de los campeones colombianos del Tour de Francia la tomaban antes y durante las carreras (mezclada con agua y limón) como fuente de energía para correr. Y que en cierta ocasión, yendo de excursión y habiendo caminado un largo trecho, se sintió muy cansada. Entonces, un amigo le ofreció un trozo de panela, lo tomó y experimentó al poco rato un espectacular aumento de su energía

Ella, además, atesora un remedio muy eficaz para hacer crecer el cabello, que empleó sobre sí misma con gran éxito, cuando, a raíz de un tratamiento con antibióticos, perdió una parte de su estupenda mata (que posteriormente recuperó). Ésta es la fórmula:

- 1 clara de huevo (si el cabello es graso) o un huevo completo (si el cabello es seco),
- un puñado de panela granulada o rallada (unos 100 g),
- un chorrito de brandy.

Se mezclan bien los ingredientes hasta conformar una pasta consistente. Se reparte ésta sobre el cuero cabelludo y se fricciona un poco. Se cubre el cabello con una bolsa de plástico y se deja por espacio de unas horas (2 como mínimo). Luego, se lava la cabeza (mejor con un champú de romero) y se aclara normalmente.

Muchas gracias, Marta.

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