El elixir de la juventud

Como terapeuta y como persona valoro la experiencia humana por encima de cualquier teoría conocida. Considero que la efectividad o la ineficacia de un método o de un planteamiento, viene dada por los resultados que produce. Y en el caso de quien decide alimentarse de una forma más natural, más saludable y más equilibrada, el resultado no es otro que la propia persona: su grado de salud, cómo se siente, qué aspecto tiene, etc. A este respecto, surge una pregunta: alguien que se alimente de este modo, ¿puede llegar a rejuvenecer?

El envejecimiento en el ser humano tiene 4 causas fundamentales:

1) Una causa física, que a su vez, se divide en dos: una orgánica y otra hídrica.

- La orgánica tiene que ver con los sucesivos errores en la transmisión de la información (ADN) a las nuevas células que van naciendo. Errores que van provocando en las nuevas generaciones un progresivo deterioro.

- Asimismo, la insuficiente hidratación de las células provoca que éstas se vayan secando, como le ocurre a una uva que pierde su agua y termina convirtiéndose en una pasa.

2) Una causa mental (luego, somatizada) que se observa en la medida en que el individuo deja de re-generarse (literalmente, volver a nacer).

Cuando el individuo pierde el horizonte de su vida, y la ilusión y el ánimo que le impulsan a alcanzarlo, las células también asumen este rol, y, poco a poco, van perdiendo su primordial objetivo: vivir (la antítesis de la vida es la muerte).

Por otro lado, se suma a esto el hecho de que el individuo deje de re-generarse (literalmente, volver a nacer) en su día a día. Regenerarse es:

- reflexionar sobre lo vivido para aprender de ello,
- reconsiderar nuevos puntos de vista más edificantes,
- replantearse formas de ver la realidad más armónicas con el momento y sus circunstancias,
- reciclar lo viejo para construir con ello algo nuevo (ideas, actitudes, etc.),
- renovarse cada mañana al levantarse (algo así como partir de cero),
- reformar (volver a dar forma) aquellas zonas de nuestro universo mental que se hayan quedado obsoletas o anticuadas,
- realzar (alzar de nuevo) nuestras virtudes, pues, a veces, tienden a decaer;
- remplazar lo inservible por aquello que nos sirve eficazmente,
- reeducarse con frecuencia, pues los tiempos van cambiando y van exigiendo de nosotros nuevas formas de ver, de sentir, y de comportarse ante la realidad.

3) Una causa conductual. A saber:

- comer siempre lo mismo,
- visitar siempre los mismos lugares,
- ver siempre a las mismas personas,
- el mismo tipo de películas,
- el mismo tipo de libros,
- el mismo peinado,
- el mismo estilo de ropa, etc.

Es decir, caer en la monotonía, en el aburrimiento, en lo gris, en lo predecible.

4) La falta de amor, en cualquiera de sus formas (cariño, dulzura, comprensión, tolerancia, respeto, calidez, amabilidad), conduce directa o indirectamente a la inarmonía, al malestar, al desequilibrio, a la enfermedad.

Por consiguiente, nos ayudara a rejuvenecer:

- evitar las sustancias tóxicas (alcohol, café, tabaco, drogas, etc.), es decir, aquellas que producen errores en el ADN (agentes mutágenos);
- incrementar el consumo de frutas y de verduras frescas y ecológicas,
- incluir los alimentos integrales en nuestra dieta,
- practicar la limpieza interna periódicamente (ayunos o semiayunos, irrigaciones de colon y saunas),
- beber y cocinar con un agua lo más pura posible,
- re-nacer, renovarse, reciclarse globalmente cada día;
- apostar siempre por lo nuevo, por explorar nuevos caminos, por ir a nuevos lugares, por conocer a gente nueva;
- amar (el amor, más allá del sentimiento, es una actitud).

Sin olvidar que la juventud, por encima de todo, es un estado del alma, un modo de ver las cosas, de pensar y de sentir. Un estado que, como en un espejo, se transfiere y refleja en lo físico: en las células de nuestro cuerpo, y, por supuesto, en nuestro rostro.

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