Tiende a sucedernos lo que tememos

Para ilustrar el tema de hoy he decidido recurrir a un diálogo, entre dos hermanos, que escribí hace poco.

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Gerardo: ¿Sabes, Lorena?, tengo que reconocerlo: mi esposa es adivina.
Lorena: ¿Y por qué?
G: Porque ella siempre sabe lo que más me conviene. Y cada vez que me advierte de que algo puede pasarme, va y me pasa. ¡Es que acierta siempre!
L: ¿Y en qué ha acertado, si se puede saber?
G: Pues en todo. Por ejemplo: hace un año me dijo que debía tener cuidado y no volver muy tarde a casa los fines de semana, porque últimamente habían rondado algunas bandas peligrosas en el barrio y podían atracarme. Y al final, por volver tarde un día, me atracaron.
En otra ocasión, me dijo que no cambiara de trabajo porque el que tenía estaba muy bien y disfrutaba de un contrato indefinido. Y a pesar de eso, no le hice caso, me cambié de trabajo, tuve algunos problemas al cabo de los meses, quise volver al antiguo y ya no pude.
Y hace seis meses me dijo que ese amigo con el que yo salía a veces no me convenía, que no pegábamos y que no lo veía buena persona. Y al final ha ocurrido un incidente con él que me ha llevado a convencerme de que, efectivamente, no era un buen amigo. ¿No es asombroso? ¿No me digas que no es adivina?
L: Verás, Gerardo, yo tengo una explicación diferente para los aciertos de tu esposa, una explicación que no tiene nada que ver con los poderes sobrenaturales ni con la intuición femenina.
G: Ah, ¿sí? ¿Y cuál es esa explicación?
L: Desde mi punto de vista, lo que ha sucedido en todas esas ocasiones es que tu esposa te ha expresado su temor a que las cosas llegaran a ser tal como ella imaginaba. Tú, a continuación, sin darte cuenta, debido a lo que representa tu esposa para ti y al gran valor que le concedes a sus palabras, has terminado dándoles demasiado peso, has terminado creyéndotelas totalmente. Es decir, has asumido la posibilidad de que sus augurios pudieran cumplirse, y, por consiguiente, has absorbido el temor implícito que había detrás de todos y cada uno de ellos. Y como en la vida tiende a sucedernos todo aquello que tememos, y especialmente lo que más tememos, tus temores, al final, han terminado materializándose.
G: Vaya, ahora que lo pienso... tiene su lógica. Pero no sé cómo podría haber evitado todos esos contratiempos.
L: En mi opinión, tomando tus propias decisiones sin dejarte condicionar por nadie, actuando en cada momento sin temor y afrontando las dificultades con determinación y creatividad.

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