Una de las principales causas del envejecimiento

Lo que se observa en esta fotografía son tres uvas del mismo racimo. Por causas naturales, dos de ellas han dejado de recibir la savia (la cual aporta agua, entre otros nutrientes) de la vid en diferentes momentos, así que, paulatinamente, y con la ayuda del Sol, se han ido secando. Pero originariamente las tres tenían el mismo tamaño, la misma apariencia y el mismo color.

Es curioso, ¿verdad? Lo único que las diferencia es el grado de hidratación. Una de ellas, lo ha mantenido hasta el final: la madurez; por eso se conserva con una apariencia magnífica. Sin embargo, las otras han dejado de recibir ese aporte de agua, han perdido la que tenían y se han ido secando y arrugando... hasta convertirse en pasas. Pues bien, tres cuartos de lo mismo les sucede a las personas.

Los seres humanos somos agua en más de un 70% (en condiciones adecuadas). Pero si el grado de hidratación va disminuyendo con el paso del tiempo, las células de nuestro cuerpo (que, en última instancia, son las que se nutren con agua+oxígeno+nutrientes), poco a poco, se van secando. Y nosotros, progresivamente, nos vamos asemejando más y más... a una uva pasa.

La pregunta que se impone, llegados a este punto, es, ¿por qué va disminuyendo nuestro grado de hidratación con los años? Pues bien, en función de mi experiencia como terapeuta de la alimentación, puedo deciros que he encontrado, y comprobado, dos causas fundamentales que responden a esta pregunta:

1) El llevar una dieta insuficientemente hidratada. Una dieta en la que predominen alimentos con un bajo contenido en agua, que actúan como esponjas (ladrones de agua), como pizza, pan, pasta al dente, palomitas de maíz, etc.; o bien alimentos que han sido sometidos a procesos de cocinado que les hacen perder mucha agua (salteado, plancha, horneado, etc.).

2) La acumulación de sedimentos, minerales inorgánicos y toxinas que, a modo de capas concéntricas, van recubriendo la membrana celular, de tal modo que van dificultando el intercambio de sustancias a través de la misma. Una especie de costra que dificulta (o, incluso, impide) que entre el agua, el oxígeno y los nutrientes en el interior de la célula. Y que al mismo tiempo entorpece (o impide) la expulsión al exterior de las sustancias tóxicas de desecho, es decir, los residuos que resultan del metabolismo celular.

¿La solución? Muy simple:

- Procurar que en la dieta predomine el consumo de vegetales crudos en forma de ensalada (a ser posible, acompañando cada comida) y de frutas, ya que estos alimentos contienen porcentajes de agua muy superiores al 70%.
- Beber y cocinar con un agua lo más ligera posible, ya sea de mineralización débil, de aljibe o de osmosis inversa.
- Siempre que se pueda, elegir la cocción al vapor como una alternativa al horneado, a la plancha o a la sartén.
- Reducir al mínimo posible la sal y los alimentos o comestibles que la contengan en grandes cantidades.
- Un día a la semana, por lo menos, intentar comer más ligero, o sólo fruta, para depurar el organismo (no sólo es conveniente limpiarse o ducharse por fuera sino también hacerlo por dentro).
- Adoptar alguna práctica de limpieza interna semanal, como los baños de lodo o de arcilla, las saunas o las limpiezas de colon.

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