Perjuicios de los zapatos puntiagudos o con tacones

La reflexología podal es la ciencia que estudia la relación entre las zonas del pie y su correspondencia con los distintos órganos del cuerpo humano. De tal modo que, cuando un órgano o una parte del cuerpo se ve afectada por una enfermedad o por algún síntoma, se genera una zona espejo en el pie donde la energía está bloqueada; y viceversa: todo lo que le hagamos de perjudicial a las distintas áreas o puntos de nuestros pies, tenderá a reflejarse en los correspondientes órganos.

Mediante un suave y sencillo masaje en ese punto reflejo, la reflexoterapia podal, puede conseguir mitigar o incluso eliminar dicho síntoma. A este respecto, os diré que he tenido varias ocasiones de comprobar, como observador y como paciente, que determinadas afecciones y dolores simplemente desaparecían o menguaban cuando alguno/a de mis amigos/as reflexólogos/as masajeaban mis pies o los de otra persona. Es una terapia muy eficaz.

Gracias a la reflexología, supe que en la cara interior del pie, desde el talón hasta el dedo gordo, se refleja la columna vertebral; y que el dedo gordo, por ejemplo, refleja la cabeza. Por eso no hará falta que hoy escriba un artículo muy extenso sobre cuáles pueden llegar a ser las consecuencias para alguien que, con frecuencia, calce zapatos puntiagudos.

Ya sea entre las mujeres, y en menor medida entre los hombres, los zapatos acabados en punta están de moda, habiendo calado en la gente desde hace ya algunos años. Y ahí siguen... No se utilizan en contadas ocasiones, ni se relegan a las fiestas. En realidad, hasta las adolescentes que van al colegio o al instituto los usan a diario para ir a clase, llevándolos a veces desde que se levantan hasta que se acuestan.

El calzar habitualmente zapatos acabados en punta puede, según los casos, provocar o favorecer la aparición de estos síntomas:

- Dolor de espalda (sobre todo, a la altura de las cervicales),
- presión o dolor de cabeza,
- juanetes,
- dolor de cuello y de hombros,
- irritabilidad o sensación de agobio,
- angustia y ansiedad,
- progresiva curvatura de la espalda hacia delante,
- mareos o vértigos
- conozco un caso de depresión (ver más abajo),
- y, sobre todo, deformidades irreversibles.

En lo concerniente a los tacones:

- Callos en el primer tercio anterior del pie,
- lesiones y dolor en las rodillas,
- tendinitis,
- dolores musculares,
- curvatura anómala y dolores en la columna vertebral,
- cansancio o agotamiento.

Imaginad ahora lo que puede implicar calzar un zapato puntiagudo y con tacones. Máxime, si es durante muchas horas al día.


Izda.: pie dentro de un zapato puntiagudo / Der.: pie dentro de un zapato ergonómico

¿Modo de evitar estos perjuicios? Evidentemente, comprando zapatos ergonómicos para uso diario, y dejando los zapatos puntiagudos y con tacones, sólo, para ocasiones especiales.


Dos ejemplos de zapatos ergonómicos: para chico (izda.) y chica (der.).

A peu pla es una empresa familiar radicada en Albaida que importa para España los famosos zapatos Bär. Los hacen por encargo y a medida. Son zapatos 100% ergonómicos, o sea, adaptados a la forma natural del pie. Un tipo de calzado que contribuye a:

- minimizar el impacto y la presión en los pies,
- evitando deformaciones en los dedos,
- también evita la formación de callos y de juanetes y los mejora en caso de que ya existan,
- elimina las causas que provocan desajustes psicoemocionales por llevar un calzado inadecuado (dolores, angustia, irritabilidad, mareos, etc.).

Además, tuve ocasión de conocer al equipo de A peu pla en el primer EcoValencia, y son de los que predican con el ejemplo, pues todos ellos calzan los zapatos que venden, de una calidad extraordinaria. Gente muy maja.
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Hace un par de años, tras una conferencia que di en una céntrica herboristería de Valencia, conocí a una chica de treinta y pocos años, que, según me comentó, venía padeciendo durante algún tiempo toda una serie de problemas de salud, como vértigos, mareos, dolores de espalda, angustia, depresión, etc.

Al fijarme en los zapatos que calzaba, supe de inmediato que, cuanto menos, éstos estaban contribuyendo a ponerle las cosas muy difíciles a la pobre. Así que le recomendé un par de marcas de zapatos ergonómicos con horma natural y le sugerí que comprase al menos dos pares para tener de quita y pon y otro par de zapatillas para ir por casa. Acto seguido le di mi tarjeta y le pedí que me llamara al cabo de dos meses para comentarme los cambios.

Fiel a su palabra, y habiéndose tomado mi recomendación muy en serio, me llamó transcurrido el tiempo, con enorme alegría, para comunicarme una espectacular mejoría de su estado y a todos los niveles. Los zapatos que me recomendaste me han cambiado la vida, Carlos, me dijo muy emocionada. Pues, como digo, la mayoría de síntomas que padecía, bien mejoraron o bien desaparecieron.

Y es que, a menudo, ciertos elementos que parecen insignificantes en nuestras vidas pueden llegar a provocar grandes (o graves) consecuencias si no los tenemos en cuenta.

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