Comer con ansiedad

Es un denominador en común que padecen muchas de las personas que acuden a mi consulta, y una tendencia muy frecuente entre los seres humanos: comer con ansiedad.

Ansiedad por comer que no son sino ansias por llenarse. Aparentemente, de comida. Pero sólo aparentemente. Detrás, obviamente, hay algo más.

Lo que pretende llenarse con comida es un vacío interno, que ésta, en realidad, nunca termina de llenar; o, en el mejor de los casos, sólo momentáneamente. Porque luego, más tarde o más temprano, la ansiedad termina reapareciendo.

Pero, vacío interno, ¿de qué? A decir verdad, pueden ser tantas las razones: soledad, incomprensión, un marido que no me hace caso, una hija que ya no me da dos besos cuando vuelve a casa, ese viaje que tanto me gustaría hacer y que nunca llega, esa locura que no me permito llevar a cabo, esa persona que tanto me gusta y con la que no me atrevo a hablar... Algo nos falta, le falta a nuestra vida; algo que genera en nosotros un vacío. Un vacío que intentamos llenar de comida (simplemente, lo que tenemos más a mano), de humo (el del tabaco, por ejemplo) o de otras muchas maneras.

Así y todo, ¿qué podría llegar a curarnos esa ansiedad?¿Qué podría llenar ese vacío definitivamente? La respuesta es tan sencilla como breve: vivir en plenitud.

¿Alguna vez habéis dicho algo como Esa persona me llena? ¿O bien He visto una película -o He leído un libro- que me ha llenado? ¿O He hecho algo que me ha llenado por completo? Pues a ese tipo de cosas me refiero.

Conviene tener presente que el alimento simboliza lo que vivimos en el día a día, las vivencias de cada instante. En consecuencia, el que come con ansia, inconscientemente, está queriendo llenarse de vivencias, de vida. Está queriendo enriquecerse, ya sea de lugares, de personas, de paisajes, de música, de emociones... En definitva, de experiencias.

A veces vivimos situaciones o estamos con personas que nos llenan tanto... que hasta se nos va el hambre. Se nos olvida, literalmente, que es la hora de comer. Pero es que nos sentimos tan llenos, tan plenos, tan dichosos...

Si hablamos de soluciones y no de remedios pasajeros para corregir de raíz el ansia por comer, será oportuno que nos planteemos el enriquecer más (y mejor) nuestras vidas, y comenzar a vivirlas con mayor plenitud.

En suma: hacer cosas, vivir situaciones y tener experiencias que nos llenen. Y cuantas más, mejor.

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