Ley de Atracción

Lo vemos a diario: en la vida atraemos hacia nosotros aquello que nos es afín. Seguro que más de una vez habéis visto a un perro que se parece mucho a su dueño (no sólo físicamente, sino incluso en la manera de comportarse), o la semejanza (denominadores en común) que hay entre los miembros de una asociación. Luego, miráis a vuestro dormitorio y veis un fiel reflejo de lo que vosotros sois (según sea, en cada caso: orden, desorden, diversidad, colorido, monotonía, austeridad, etc.). E, igualmente, sucede con el coche, o la ropa que llevamos: siempre espejan lo que somos. Y, ¿no es cierto que vuestros amigos se os parecen, aunque sea en algunas facetas?

Es evidente que en cada momento de nuestra vida vamos atrayendo hacia nosotros todo aquello que nos es afín: los alimentos, los lugares a los que vamos en vacaciones, los vehículos que conducimos, nuestras mascotas, los libros que leemos, las emisoras de radio que escuchamos, los partidos políticos a los que votamos... Igual atrae a igual, dice la Ley de Atracción.

Y esto, que es algo tan obvio, de lo que todo el mundo se sirve constantemente, tiene grandes implicaciones. Sobre todo, cuando hablamos de la Ley de Atracción para referirnos a nuestros pensamientos, a lo que tenemos en la cabeza a lo largo del día.

Es bastante común: que alguien viva un suceso desagradable y que a continuación se adentre en una espiral de malestar y de inarmonía. Muchas veces lo hemos oído: Últimamente, todo me sale mal o Estoy pasando una mala racha y no consigo levantar cabeza. ¿Por qué, en ocasiones, nos adentramos más y más en una espiral de la que posteriormente nos cuesta tanto salir? Todo suele empezar con un suceso desagradable que vivimos y al que le vamos dando más y más importancia, como una bola de nieve que rueda por la ladera de una montaña y que cada vez se va haciendo más y más grande.

En la vida, efectivamente, utilizamos constantemente la Ley de Atracción. Y en la mayoría de casos, sin saberlo. El reto está en que nadie nos ha enseñado a usarla de una manera constructiva, de un modo creativo y que nos beneficie.

El vendedor de una tienda nos atiende irrespetuosamente, o llegamos a la parada del autobús y éste acaba de salir, o alguien nos da plantón en una cita, o el jefe nos echa una reprimenda, o nuestra pareja rompe con nosotros... Entonces, acto seguido, empezamos a alimentar los pensamientos negativos (destructivos, que causan malestar, carentes de armonía). Y claro, cuanto más alimentamos ese tipo de pensamientos, más crecen, más peso adquieren, más se intensifican; y, por consiguiente, más nos cuesta luego deshacernos de ellos. Todo a nuestro alrededor se va volviendo oscuro y denso.

El truco para empezar a romper la espiral del pensamiento negativo y comenzar a atraer a nuestras vidas lo positivo (la pareja soñada, un trabajo mejor remunerado, una casa en el campo o tener más alegría, por ejemplo) es el mismo que el mecanismo del que nos servimos para atraer lo negativo: darle peso en nuestra mente a los pensamientos. El truco está en no alimentar los pensamientos negativos cada vez que experimentamos un contratiempo, un accidente, un desengaño o un malestar, sino, más bien, alimentar siempre lo positivo, pase lo que pase. Se trata de evitar a toda costa el focalizarnos en lo que nos disgusta, haciéndolo, antes bien, en lo que más deseamos. Es decir, no en lo que nos hace sentir mal sino en lo que nos hace sentir bien, en lo que nos ilusiona.

Insisto: nuestra familia, algunos profesores del colegio, la sociedad... Todos ellos, de un modo u otro, nos han enseñado a usar la Ley de Atracción de una manera poco o nada constructiva. Pero de lo que se trata, simple y llanamente, es de hacer lo mismo que hemos venido haciendo durante toda nuestra vida pero dándole la vuelta a la tortilla.

Mirad a vuestro alrededor y lo comprobaréis. Fijaos en todo lo que os rodea, lo que os gusta y lo que no os gusta del mundo. Todo ello (menos la Naturaleza): los edificios, las instituciones públicas, los colegios, las bicicletas, los zapatos, los programas de televisión, el menú de un restaurante, los teléfonos móviles, las canciones que escuchamos en la radio, las asociaciones de vecinos, las carreteras... Todo, absolutamente todo, antes de estar ahí, antes de materializarse, ha existido en la mente de los seres humanos.

En nuestra mente somos libres, nadie ni nada manda sobre nosotros, no existen los límites. En ella podemos ser completamente creativos e ir diseñando a cada momento de nuestra vida la realidad exacta (no vagamente) que deseamos vivir. Porque nosotros somos quienes, consciente o inconscientemente, vamos construyendo nuestras vidas, nuestras realidades cotidianas. Unas vidas que se van esbozando y perfilando previamente en nuestro pensamiento, a cada paso, a cada instante. Por eso, lo que vayamos trazando en nuestro gran tablero de diseño que es la mente será lo que luego nos vayamos encontrando en la realidad. Ni más, ni menos.

Ya lo dice un proverbio chino: Ten cuidado con lo que deseas, porque podría hacerse realidad.
-------
Respecto a lo que he observado en la gente de mi alrededor, compruebo constantemente cómo las personas (familiares, amigos, pacientes), dependiendo de lo que alimentan en sus mentes (a tenor de lo que van expresando en cada momento), se van encontrando con eso mismo en su realidad.

Es un mecanismo del que normalmente no se es consciente y que se atribuye a la mera casualidad: pensar en alguien y que nos llame por teléfono, dar por hecho que el jefe nos va a echar una reprimenda y que al poco nos la eche, tener la seguridad de que algún día nos atracarán por ir por esa calle tan oscura y que termine sucediendo, etc., etc.

Y en lo concerniente a mi propia experiencia, puedo deciros que las veces que he alimentado mi mente con pensamientos positivos y muy concretos respecto a lo que yo deseaba conseguir, y en la medida en que he conseguido mantener esos pensamientos en mi mente, he ido logrando muchos de mis objetivos en la vida. Desde luego, no siempre resulta fácil: romper con algunos de los rancios esquemas aprendidos, o ser positivo y creativo cuando surgen en el camino dificultades de cierta envergadura. Sin embargo, doy fe de que la Ley de Atracción funciona eficazmente. vaya que sí. Y como tantas otras cosas, la clave del éxito radica en el entrenamiento diario, en la constancia, en no tirar la toalla y experimentar.

Comentarios