"En busca de la felicidad"

Un hombre tiene un sueño, algo que le haría inmensamente feliz, un trabajo al que se dedicaría apasionadamente y que, además, supondría el fin de sus problemas económicos. Sin embargo, en un primer momento, nadie cree en él. Su esposa, en un determinado punto del camino, pierde la fe y lo abandona. Entonces, sólo le queda su hijo pequeño: aparte de su anhelado sueño, el otro gran motivo por el que luchar cada día sin descanso. Una lucha cuyo objetivo no es sólo la supervivencia sino que encarna la propia búsqueda de la felicidad.

¿Una historia de ficción? No. Se trata de la historia real que vivió Chris Gardner, en San Francisco, a principios de los años ochenta. La odisea de un hombre, ejemplo vivo de buen talante, de tesón y de coraje, que ha sido llevada al cine el año pasado (2006). Will Smith, su protagonista.

La vi anoche y me conmovió. Y no ya sólo porque Will Smith (en su día, me hizo reír mucho con El Príncipe de Bel Air) interpretara un papel merecedor de un óscar (nada que ver con una comedia) sino porque, en algunos aspectos, la vida del auténtico Gardner me recordó mis comienzos a nivel profesional.

Llevo treinta y siete años caminando por este mundo, y algo que la experiencia me ha demostrado sobradamente es que la vida siempre recompensa a quienes cultivan el espíritu de superación. Da igual quién sea uno, la edad que tenga, a qué se dedique, cuál fuere su posición social o su ideología. La vida, insisto, le premiará si se esfuerza por superarse; sin importar que consiga o no sus objetivos.

Poner todo el empeño en superarse es la más grande expresión de autoestima, es decir, de darse uno a sí mismo lo que siente que es justo y necesario, ni más ni menos. Es la actitud que hace crecer el amor, de dentro hacia fuera, que lo expande, y que posteriormente le permite irradiarse hacia los demás.

Me cuesta mucho imaginar una vida feliz sin que una persona alcance, al menos, alguno de sus sueños más anhelados. Sobre todo, porque eso implicará vivir sin haber hecho lo que a uno tanto le habría gustado hacer. Vivir, por tanto, frustrado; con todo lo que eso conlleva.

Así que, ya sabéis: si tenéis un sueño que late en vuestro corazón, id por él. Y que ni el temor ni la incertidumbre (los peores enemigos del éxito) os impidan alcanzarlo.

Comentarios