Arcilla

Seguramente, tratando de imitar a los animales, los primeros seres humanos en la Tierra buscaron en la arcilla (y en el barro) el remedio eficaz y práctico para muchas de sus afecciones: heridas, inflamaciones, infecciones, dolores, etc.

La arcilla proviene de la descomposición de rocas madres cristalizadas y su principal componente es en silicato de aluminio, al que se suman una gran variedad de minerales para conformar distintos tipos de arcillas con las más diversas apariencias, texturas, colores, etc. Cada una de ellas (roja, blanca, verde), por supuesto, con sus propiedades específicas.

Las vetas de arcilla suelen encontrarse a cielo abierto. Al extraerse, se limpia, se selecciona, se analiza y se pone a secar, adquiriendo con el Sol aún más fuerza y multiplicando sus propiedades. Finalmente, esta arcilla se microniza (proceso de conversión en polvo) mediante una batería de rodillos para que posteriormente pueda ser usada fácil y cómodamente.

Habitualmente mezclada con agua hasta formar una pasta, la arcilla se coloca después sobre la piel hasta que se seca, actuando también internamente; y sirve para:

- regenerar las células (no sólo las epidérmicas),
- frenar las infecciones (gérmenes, bacterias, y, en general, microorganismos patógenos),
- drenante (absorbiendo elementos indeseables como pus, o toxinas intestinales cuando se aplica en el vientre),
- absorbe exceso de radiactividad (por ejemplo, cuando han sido expuestos a alguna clase de radiaciones),
- desintoxicante,
- revitalizar el cuerpo,
- estimular las defensas del organismo,
- disminuir la hinchazón tras golpes y traumatismos (roturas óseas, esguinces, distensiones musculares),
- aliviar una amplia gama de dolores,
- acelerar la curación de traumatismos,
- remineralizar (aportando valiosos oligoelementos),
- tratar aftas, flemones y problemas bucales (diluida con agua y sal, con la que se harán gargarismos);
- combatir las úlceras y la acidez (incluso en aplicación externa),
- tratar la diarrea y las afecciones intestinales.

Asimismo, (sobre todo, la blanca y la verde) podréis utilizarla para elaborar mascarillas que contribuirán a mejorar afecciones dérmicas (caspa, dermatitis, exceso de grasa, poros obstruidos), a regenerar la piel y a rejuvenecerla.

¿Cómo preparar una cataplasma?

Ante todo, evitando que el metal o el plástico entren en contacto con la arcilla. Han de usarse, pues, utensilios de madera y vidrio. Luego se añade agua lo más pura posible hasta formar una pasta que se deja reposar unos minutos. Se vierte la arcilla sobre una tela de fibra natural (algodón o lino) formando una capa de 2 ó 3 cm y se coloca finalmente sobre la piel de la zona que se va a tratar (si hay una herida o una llaga, utilizad una gasa entre la misma y la arcilla). Entonces, se deja ahí hasta que se seque (en algunos casos, puede ser toda la noche), y cuando esto suceda, se retira, se lava la zona y se tira la arcilla. Ah, jamás la reutilicéis, porque la arcilla usada contendrá toxinas que haya absorbido de la zona afectada. Y las telas y vendas que entren en contacto con ella deberán lavarse adecuadamente.

Las arcillas frescas ayudarán a disminuir inflamaciones o cuando hay fiebre (en el vientre) y las calientes (nunca calentarla en un microondas) a estimular la zona afectada (por ejemplo, para acelerar la soldadura de un hueso fracturado).

Por si todo lo dicho fuera poco, ahora, en verano, es una época del año ideal para darse baños de arcilla. Baños al aire libre que podemos compartir en familia, con amigos, y que, con toda seguridad, les encantarán a los críos (siempre supervisados por un adulto). Una manera divertida de relacionarnos con nuestros semejantes, de cuidar de nuestra salud y de favorecer la belleza del cuerpo.

Respecto al uso interno (vía oral) de la arcilla, os sugiero que consultéis siempre con un profesional con experiencia para que os indique el tipo adecuado, la dosis y la pauta que convenga seguir en cada caso. Aunque, en general, la dosis recomendada será de 1 cucharadita (de café) de arcilla blanca diluida en un vaso de agua mineral (o de osmosis) al levantarse (en ayunas) y otra antes de acostarse (sólo si el estómago está desocupado). Pero, además, tened en cuenta lo siguiente: 1) no debéis usar cucharas de metal ni de plástico para manipular la arcilla sino de madera; 2) no vale cualquier tipo de arcilla para ingerir. Tiene que ser una arcilla específica y que haya pasado un riguroso control. La mejor que yo conozco (envasada) es la de la marca Vogel (podéis comprarla en Ecorganic); 3) nunca mezcléis arcilla con aceite, ya que son completamente incompatibles.
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Nota importante:
no deben tomar ni aplicarse arcilla las mujeres que se encuentren con la menstruación, ya que la detiene. Tampoco las personas con la sangre espesa ni con problemas coronarios.

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