Alimentos mucógenos y mucolíticos

Los alimentos pueden clasificarse en dos categorías atendiendo a su capacidad para generar mucosidad o bien para disolverla. Los primeros se denominan mucógenos y los segundos mucolíticos. Aunque también existen alimentos neutros (como las almendras crudas, por ejemplo).

El cuerpo reacciona produciendo moco (microalergia) ante determinados alimentos como una forma de envolverlos en una masa viscosa para que puedan ser eliminados más fácilmente del organismo (a través de las vías aéreas o de las heces). Es un puro mecanismo de defensa. La contrapartida es que esa mucosidad es molesta para quien la padece y delatora de que el organismo está desequilibrado, pues le falta fluidez a sus líquidos corporales (y también le falta fluidez a la vida del individuo). Es entonces cuando surge la necesidad de tomar alimentos que permitan al cuerpo deshacerse de esas sustancias ajenas, incómodas y hasta prejudiciales.

En general, podemos predecir si un alimento es mucógeno o mucolítico observando su apariencia fuera del cuerpo (una vez más, De lo que se come, se cría). Por ejemplo, el queso de una pizza es altamente mucógeno (sobre todo, si está elaborado a partir de leche pasterizada de vaca y si se trata de una leche no ecológica); de hecho, posee un aspecto muy similar al de la mucosidad que luego genera. Sin embargo, el zumo de limón o la cebolla cruda resultan particularmente mucolíticos (máxime, si van juntos).


El aceite resulta muy mucógeno, pero neutro el aguacate. Como mucógena es la avena pero bastante neutros el maíz o la quinoa.

En general, son mucógenos:

- los aceites de semillas,
- el azúcar blanco y todo comestible que lo contenga,
- los cereales, en general, sobre todo si están refinados (pan blanco) y en forma de harina;
- los productos lácteos. Enormemente mucógenos; sobre todo, los elaborados con leche de vaca. Y en especial, la nata y el queso.
- También los huevos,
- las frituras.
- Y mucho más la miga del pan que su corteza.

Sin embargo, son mucolíticos:

- Las frutas (sobre todo, las ácidas),
- las verduras crudas (las de ensalada, fundamentalmente),
- la cebolla y el ajo crudos,
- los puerros,
- el aloe vera,
- el jengibre,
- el tomillo y el llantén,
- los zumos naturales de frutas o verduras,
- los caldos calientes de verduras y las infusiones.

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