Sobre la epidemia de fiebre porcina

Contar la verdad requiere, en ocasiones, de un enorme valor. Valor, sobre todo, para asumir las consecuencias de decirla; que, a veces, pueden ser fatales. Valor, por ejemplo, como el que demuestran algunos/as periodistas, capaces de enfrentarse a gobiernos y a multinacionales.

En relación con la fiebre porcina, ya es abundante la información que está circulando por Internet, y que se contrapone a la información descafeinada que proporcionan la mayoría de medios de masas. Y no es que yo esté sugiriendo que haya que creer toda aquélla que circula por La Red, sino, más bien, que gracias a este fabuloso medio de interconexión global cualquiera desde su casa puede, cuanto menos, investigar dicha información, ahondar en ella y posteriormente contrastarla.

En lo que a mí respecta, y a propósito del tema que hoy nos ocupa, he efectuado una serie de pesquisas que me han llevado a ciertas conclusiones. A lo que, de entre toda esa información disponible, me ha llamado poderosamente la atención un vídeo. Y a pesar de que en YouTube existe la censura (pues es una empresa supeditada a los dictados de determinados poderes fácticos), éste que he colgado no tiene desperdicio, y aún no ha sido suprimido.

Se trata de un fragmento de un telediario del canal mexicano Telemundo 52, en el que, en mi modesta opinión, se dicen verdades como puños.



Por lo demás, ya son muchas las personas que me han preguntado qué se puede hacer respecto del contagio y sus posibles consecuencias. Y mi respuesta es la misma que daría para cualquier tipo de epidemia, ya sea de una simple gripe navideña o el SIDA:

- Ante todo, cultivar una actitud lo más amorosa posible (respeto, confianza, tolerancia, asertividad, moderación, dulzura, etc.), pues está sobradamente demostrada la relación que existe entre la potencia del sistema inmunitario, el estado de ánimo del individuo y su actitud vital. El miedo, en cualquiera de sus facetas (desconfianza, resentimiento, intolerancia, arrogancia, prepotencia, odio, etc.), debilita; mientras que cualtivar el amor nos da fuerzas para frontar en mejores condiciones cualquier contingencia.
- Son tres las actitudes que más deprimen el sistema inmunitario, a saber: la tristeza/depresión, el vivir a la defensiva, el no saber defenderse (falta de asertividad) o no saber luchar (entendida lucha como coraje, arrojo, valentía o determinación) para defender la integridad de nuestro territorio (entendido territorio como nuestro propio ser, como la persona que somos). Pues todo ello, si se acentúa y/o se prolonga, genera un conflicto que termina materializándose en el plano de lo corpóreo, mermando en última instancia nuestras defensas.
- Es imprescindible llevar un estilo de vida lo más equilibrado y saludable posible, el cual se asiente sobre el pilar de una alimentación natural e integral.

Por lo demás, me reafirmo en la tesis de que esta enfermedad, a la luz de la información disponible, nos ha sido contagiada por cerdos, sí, pero no de cuatro patas.

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