Afecciones cutáneas asociadas al consumo de comestibles refinados

Existe una amplísima variedad de afecciones o enfermedades cutáneas (relacionadas con la piel, las uñas y el cabello) que padece gran parte de la población y que aparte de suponer un problema estético muchas veces comporta molestias, picores, o, incluso, dolor.

Tales afecciones pueden ser:

- dermatitis,
- eczemas,
- psoriasis,
- afecciones debidas al calor o al frío,
- escamaciones,
- sabañones,
- caspa,
- dificultad para cicatrizar heridas,
- forunculosis,
- pie de atleta,
- alopecia, etc.

En las consultas de los profesionales se plantean variados remedios para tales efectos, ya sean naturales o farmacológicos, sin atender a sus verdaderas causas: las psicoemocionales y las nutricionales. Y es que, como de costumbre, siempre se le echa la culpa a ciertos microorganismos, a la falta de higiene, a la vulnerabilidad del sistema inmunitario, a la genética, eludiendo a los auténticos responsables: la actitud del individuo y su forma de alimentarse.

Lo cierto es que si una persona toma regularmente comestibles refinados (arroz, azúcar o pan blancos, pasta o harinas refinadas, chucherías o bollería industrial; por ejemplo) es prácticamente imposible que pueda disfrutar de la suficiente y necesaria salud dérmica. Tengamos en cuenta que algunos de esos comestibles fueron alimentos integrales en su origen, como semillas (arroz), a los que se les desproveyó de su piel natural (tegumento). Otros, como las chucherías, son totalmente artificiales. Así pues, existiendo una analogía entre lo que comemos y lo que somos (De lo que se come, se cría), literalmente, no es de extrañar que el consumo frecuente de comestibles refinados, en cualquiera de sus modalidades, implique una merma de nutrientes en nuestro organismo; fundamentalmente, esas sustancias orgánicas que van asociadas a la piel, a las mucosas, a las uñas y al cabello.

La prueba que ratifica esta tesis, una vez más, es la experiencia. Me refiero, concretamente, a la de tantas y tantas personas aquejadas de estas disfunciones que eran habituales consumidoras de comestibles refinados y que, a partir de un determinado momento, comenzaron a sustituirlos por alimentos integrales: los únicos que pueden mantener nuestra integridad física y mental. Es decir, todos y cada uno de los nutrientes que necesitamos para poder desarrollar normalmente esas funciones fisiológicas y de mantenimiento de las estructuras orgánicas (células, tejidos, órganos) que conforman nuestro cuerpo.

Ya os digo: tratar estas afecciones con remedios naturales o farmacológicos no es la solución, ya que, en el mejor de los casos, pueden mejorar la condición de la persona afectada, pero no curan. La curación es un camino asociado, ineludiblemente, al crecimiento personal; y también a solventar las causas que provocan los efectos. Y en este sentido, una vez más, la Naturaleza puede asistirnos para mejorar nuestra salud sin recurrir a la química y sin agredir, en modo alguno, nuestro cuerpo.

Simplemente, alimentándonos de una forma más natural.

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