Psicosomática de la obesidad

Son ya un gran número las personas que, con los años, han ido acudiendo a mis clases o consultas para reeducarse en su alimentación y llevarla de una foma más natural, saludable y equilibrada. A lo que una buena parte de esas personas querían hacerlo por razones de sobrepeso.

En todos esos casos he podido observar unos denominadores en común y una serie de características diferenciadoras (por eso de que cada persona es un mundo). Pero, comoquiera que sea, la experiencia que he ido adquiriendo con el tiempo gracias a sus propios testimonios me ha permitido llegar a algunas conclusiones muy claras respecto de las causas psicoemocionales de la obesidad, que, más allá de las causas físicas, voy a explicaros a continuación.

En este caso, os hablo de esos denominadores en común que, en mayor o menor grado, caracterizan y perfilan cada uno de los casos de sobrepeso que he abordado:

- Sobrepeso es, por encima de todo, la dificultad para deshacerse de las toxinas que se van acumulando en el cuerpo (el cual es una expresión física de nuestro yo). A nivel simbólico-metafórico toxina es todo aquello que le sobra al individuo, por cuanto que es perjudicial para su vida. Por consiguente, el sobrepso se sana (sanar es curar desde el alma), de raíz y para siempre, cuando la persona afectada consigue desprenderse de todos aquellos elementos de su vida que le sobran y que comportan un dañino lastre. Ese lastre puede estar constituido por: ciertos sentimientos (como el odio, el resentimiento o la culpa) o actitudes (intolerancia, autoritarismo o excesivo afán de control sobre los demás; por ejemplo), o ciertas relaciones interpersonales contraproducentes o que se abordan inarmónicamente (desde la dominación, los celos o la debilidad; por ejemplo), determinados elementos materiales en exceso (demasiados trastos en la casa, el los dormitorios, en los armarios o en los espacios personales).
- Sobrepeso es sobrecarga: ya sea por exceso de responsabilidades, exceso de sentimientos de culpa o por lo que podríamos denominar pesadas cruces que se cargan a las espaldas (las cuales, muchas veces duelen).
- El exceso de peso es directamente proporcional a un exceso de pesar en el individuo. Entendiendo ese pesar como tristeza, pena o depresión. Sin embargo, en un número considerable de casos, esos sentimientos pueden hallarse ocultos a la vista de los demás, bajo una más o menos gruesa capa aislante (de tejido adiposo), que se reviste en la superficie de sentimientos opuestos a los anteriores (como sentido del humor o aparente alegría/felicidad/armonía).
- Ningún animal salvaje tiene sobrepeso. Ni ninguno tiene exceso de grasa. Algunos animales (como ballenas, focas, osos polares, pescado azul) poseen gruesas capas de grasa en su piel para protegerse del frío. Por tanto, en las personas con sobrepeso cuya capa de tejido adiposo es considerable observamos un deseo inconsciente de protegerse, de aislarse, o, al menos, de mantener más o menos oculta la verdadera persona que uno es. Obviamente, por miedo. Miedo a expresar lo que uno lleva dentro, miedo a que ciertos elementos de la vida cotidiana (personas, situaciones) puedan herirle a uno, y miedo, a su vez, a vivir la vida en plenitud (disfrutando y aprovechando todas las oportunidades que vamos descubriendo en nuestro camino).
- La obsesidad le lleva al individuo a adquirir un mayor volumen corporal. Por lo tanto, la obesidad también delata un deseo inconsciente de hacerse uno más visible ante los demás. Es una llamada de atención en la que subyace el deseo de ser reconocido, de ser considerado, de ser tenido en cuenta, y de recibir afecto, ternura y comprensión.
- Una de las principales premisas para superar el sobrepeso es que la persona quite peso de su cuerpo y lo traslade a su vida. Es decir, que, en vez de sentirse desplazada, se convierta en una persona de peso. Que aprenda a ocupar un puesto de peso (importancia, responsabilidad), ya sea en la sociedad, en el ámbito laboral, familiar, o, incluso, en el ámbito de la relación de pareja (en muchas de ellas observamos que uno de ambos es eclipsado por el otro, o que se establece una perniciosa relación de dominación-sumisión; o que uno tiene demasiado peso y el otro muy poco).
- He podido obervar en decenas de casos que lo que les sobra a muchas personas con sobrepeso es su relación de pareja, pues a lo mejor la mantienen sin estar enamorados, o por dependencia, o por conveniencia, o por lo de más vale malo conocido que bueno por conocer.
- En otras muchas ocasiones lo que sobra en la vida de una persona obesa es una relación enfermiza con algún familiar. Por ejemplo, una madre viuda o separada que vive con alguno de sus hijos (que pueden superar los 30 años de edad), siendo que ella los mantiene (en ocasiones, con una modesta pensión) y los cuida como si de niños pequeños se tratase. Lo que, a la postre, se traduce en una tremenda sobrecarga de trabajo y de responsabilidades para ella.
- En algunos casos he constatado que las personas con sobrepeso son receptoras de ciertos comentarios por parte de otras personas de su entorno. Comentarios erigidos en símbolos inconscientes y que arrojan luz a la hora de entender la casuística psicoemocional de estos casos, estableciendo un principio de correspondencia con el plano físico del individuo afectado. Comentarios del tipo: Eso (que has hecho) sobra, o No seas tan pesado.

Así pues, de todo lo dicho se puede deducir fácilmente que trascender el sobrepeso no es sólo una cuestión de reeducación alimenticia sino de crecimiento personal. Y todo comienza con una decisión firme y consciente, con una elección: mantener esa sobrecarga, ese pesado lastre en nuestras vidas, o bien optar por desprenderse de ella. Si escogemos la segunda, ya tenemos casi un cincuenta por ciento del camino recorrido.

Comentarios