Una brisa de aire fresco para dormir bien

Desde luego, para disfrutar de un grado elevado de bienestar en la vida no sólo es importante alimentarse equilibradamente y desarrollar una actitud constructiva sino cultivar unos hábitos saludables. Uno de ellos, fundamental, es que la habitación donde vayamos a dormir esté bien ventilada.

Lo he comprobado muchas veces: en una habitación o en una sala insuficientemente ventilada donde haya un grupo de varias personas no pasará mucho rato antes de que empiecen a bostezar o a sentirse adormecidas o inquietas. El bostezo es un mecanismo involuntario cuyo fin es que la persona pueda tomar grandes bocanadas de aire para así aumentar el porcentaje de oxígeno en la sangre. Y el adormecimiento, en el ejemplo que os comento, delata que al cerebro le está llegando poco oxígeno, por lo que el organismo lo coloca en un modo de bajo rendimiento (por así decirlo) para disminuir su necesidad de energía. Con lo cual, inevitablemente, sobreviene el sopor.

A todo esto hay que añadir un factor más: cuanto más viciado se encuentre el aire de una habitación y peor ventilada esté, mayor cantidad de iones positivos (perjudiciales) habrá en el ambiente. Y los iones positivos generan, entre otros síntomas, inquietud, desasosiego, irritabilidad, insomnio y desequilibrios orgánicos varios.

Si una persona se mete en la cama con la intención de dormir en una habitación mal ventilada será fácil que:

- le cueste conciliar el sueño,
- se despierte alguna que otra vez,
- experimente una sensación desagradable de calor o de sofoco,
- no alcance un nivel de sueño profundo, con lo que éste no será reparador y luego no se despertará descansada y llena de energía;
- tenga pesadillas o sueños desagradables.

El aire estancado en una habitación simboliza una falta de fluidez en el individuo y una falta de frescura; cuando no, que la persona es un tanto rancia (término contrapuesto a fresco). Una condición que tenderá a corregirse en tanto en cuanto abramos la ventana, subamos un poco la persiana y permitamos que en nuestro dormitorio entre una, literalmente, brisa de aire fresco.

¿Y si es invierno y hace frío? Pues muy simple: se abriga uno con una buena manta de lana o con un edredón nórdico y ya está. Y si hace falta, con un pijama de felpa.

Además, independientemente del tema del sueño, nuestras células necesitan un determinado nivel de oxígeno para funcionar correctamente y para mantener en un grado óptimo su nivel de salud. Con esto quiero decir que una célula a la que se le priva por completo de oxígeno, irremisiblemente, muere; pero si el porcentaje de oxígeno en la célula se reduce por debajo del 60% (inhabilitación aeróbica del 40%), la célula, con el tiempo, se vuelve cancerosa. Lo demostró el Premio Nobel de Medicina Otto Warburg.

En la década de 1920 el doctor Otto Warburg descubrió que el metabolismo del las células cancerosas era anaeróbico, por este trabajo recibió el premio Nobel de medicina de 1931 y el de 1945. Warburg creía que la deprivación de oxígeno era la causa primaria del cáncer. En uno de sus experimentos, colocó células humanas en cajas de Petri en un ambiente con bajo contenido de oxigeno las células sobrevivieron pero se tornaron cancerosas.

Cuando el bloqueo de la respiración celular es total como ocurre al administrar cianuro, se produce la muerte pero en los casos en que la inhabilitación aeróbica es alrededor del 40%, cifra considerada el umbral metabólico, el resultado es la degeneración cancerosa.

Cualquier proceso que bloqueara el metabolismo aeróbico alcanzando este umbral, daba lugar a un cáncer.

El doctor Warburg señaló que el término cancerígeno era una palabra vacía que en realidad no expresaba nada. La clave de la acción cancerigena estaba en la capacidad de inhabilitar el metabolismo aeróbico en la zona del umbral.

Según esta teoría las células corporales que no usan oxigeno no desarrollarían cáncer como efectivamente ocurre. Estas son los glóbulos rojos, la córnea, el cristalino y ciertas regiones de la retina. Estas células no tienen mitocondrias y dependen solo de la glicólisis.

No es de extrañar que cualquier terapia natural encaminada a superar el cáncer implique, de una manera u otra, directa o indirectamente, incrementar el nivel de oxígeno de la célula. Algo que se ha demostrado tremendamente efectivo mediante la experiencia de personas que han practicado la respiración consciente, la ozonoterapia, el ayuno, la talasoterapia o los beneficios de una dieta vegetariano-crudívora.

En fin, deseo que con toda esta información dispongáis ahora de nuevas claves que os ayuden a dormir mejor. A fin de cuentas, en la cama pasamos una tercera parte de nuestras vidas, y lo que nos suceda en ese lugar tan íntimo y tan personal terminará repercutiéndonos de manera decisiva.

Así pues, dulces sueños.

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