Negocios a los que no les afecta la crisis

Anoche (no era la primera vez) fui a cenar a Al Pomodoro, un restaurante italiano ubicado en la Calle del Mar (Barrio de El Carmen), número 22 de Valencia.

¡Increíble!, eran las nueve menos cuarto, el restaurante aún cerrado, y un montón de gente agolpada en la puerta esperando para entrar (si pensáis ir, os sugiero que antes reservéis por teléfono: 96 391 48 00). Al poco, abren y comienza a entrar la gente... ¡y en cuestión de quince minutos se llena al 80%! A la media hora, lleno total. Sin embargo, otros restaurantes italianos de la zona, casi vacíos a esa misma hora. Pero, ¿por qué? ¿Pura casualidad?

¿Pero no habíamos quedado en que la casualidad no existe?

- Por de pronto, la comida es deliciosa (ni muy salada, ni muy aceitosa, ni muy recargada).
- El lugar es muy cálido y acogedor (no es un diseño frío minimalista ni cutre ni rococó), a tono con el personal que te sirve.
- La carta está muy equilibrada, y dispone de pizzas, ensaladas y entrantes, aparte de postres y carta de vinos.
- Los camareros son muy simpáticos (el que nos atendió, absolutamente encantador).
- Te sirven los platos rápidamente y te atienden con educación.
- Si un camarero detecta que estás esperando y no puede atenderte en ese momento, en vez de pasar de ti te dice: Enseguida le atiendo. Y enseguida te atiende.
- Te preguntan en más de una ocasión si lo que estás comiendo es de tu agrado y si necesitas algo.
- Los platos no están sobrecargados de comida, pero tampoco dirás que racanean con las cantidades. Vamos, para nada.
- La relación calidad/precio es excelente. No abusan ni se aprovechan de tu bolsillo.
- En un momento dado, el camarero nos pregunta si nos apetece (éramos dos personas) una botella de vino de medio litro para compartir. A continuación, nos la trae y antes de abrirla nos enseña el precio (detallado en la carta) para que le demos nuestra conformidad. Todo un detalle de consideración, para que luego el cliente no se lleve sorpresas.

Por todo ello, mis más sinceras felicitaciones.



A todas luces, la crisis no está afectando a este negocio. Aunque, ¿le sorprende a alguien después de lo que os he contado? A mí, no, desde luego.

Además, en Al Pomodoro pueden presumir de tener clientes esperando en la puerta antes de que abran; y no uno ni dos, sino un montón. El restaurante se llena cada noche que lo abren. Y quien lo prueba es más que probable que repita.

Por si fuera poco, se trata de un restaurante mediano que da trabajo a más de diez personas. Algo admirable en los tiempos que corren.

No me cansaré de insisitir en este tema, ya lo he mencionado en artículos anteriores: no es casual que ciertos negocios y profesiones que se vean afectados por la crisis. Y para que esto no suceda, hay que dedicarse con integridad y con alegría a un trabajo honesto que aporte algo positivo a la vida de las personas. Ese es el truco.

Pero como te dediques (tú o la empresa para la que trabajes) a engañar, a hacer daño a los demás, a contaminar, a abusar o a especular... lo llevas claro.

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