Regeneración tisular

O lo que es lo mismo: regeneración de los tejidos.

Una forma muy clara de ver la capacidad de un individuo para regenerar sus tejidos es observar cómo cicatriza una herida en su piel.

Imaginemos que una persona resbala haciendo senderismo, cae al suelo apoyándose con los brazos y se hace una herida en la mano. No es una simple rozadura, pero tampoco llega a ser una herida tan grave como para requerir puntos de sutura.

Bien, ahora imaginemos una casa en el campo. Una casa construida junto a un gran árbol. Un buen día sopla un viento huracanado y arranca de cuajo una gran rama de dicho árbol, de tal modo que ésta cae sobre uno de los laterales de la vivienda, destrozando una pared. Los dueños del inmueble son una pareja con muy pocos recursos, de tal manera que sólo cuentan con algunos ladrillos y un poco de cemento de muy baja calidad para reparar la pared. Y como tampoco tienen dinero para pagar a un albañil, son ellos mismos los que, con casi nulos conocimientos de albañilería, han de acometer la reparación. El caso es que reparan la pared, sí, pero de un modo extremadamente precario: sin poder tan siquiera enlucirla, con huecos entre los ladrillos por los que entran bichos y agua cuando llueve y con una estructura verdaderamente enclenque que no invita a pensar que la pared vaya a aguantar mucho tiempo en pie.

Y ahora, por último, imaginemos una casa en el campo. Una casa construida junto a un gran árbol. Un buen día sopla un viento huracanado y arranca de cuajo una gran rama de dicho árbol, de tal modo que ésta cae sobre uno de los laterales de la vivienda, destrozando una pared. Los dueños del inmueble son una pareja con muchos recursos, por lo que inmediatamente contratan a una cuadrilla de albañiles profesionales, los cuales en apenas unas pocas horas reconstruyen la pared, dejándola exactamente igual que antes del incidente, construyéndola con recios ladrillos y cemento de calidad, enluciéndola con un yeso resistente y recubriéndola con dos capas de excelente pintura.

En el caso del organismo humano, el equivalente de esos recursos que menciono en el ejemplo serían los nutrientes: vitaminas, minerales, oligoelementos, enzimas, aminoácidos, etc.

¿Y qué alimentos son capaces de proporcionar estos recursos?

Únicamente, los naturales e integrales, es decir, aquéllos que no han sido a un proceso de refinado o desnaturalización, como el arroz o el azúcar blancos o el aceite refinado, o, en general, todos los comestibles.

Desde luego, una persona puede llenar un carro de la compra hasta arriba cada vez que va al supermercado... y tener carencias nutricionales (incluso serias). Tal vez esas carencias, de momento, no le hayan llevado a padecer una enfermedad grave, pero a buen seguro le van a dificultar las tareas de mantenimiento y reparación de sus células, de sus tejidos y de sus órganos. Y esa precariedad de recursos podremos verla en el aspecto de su piel, de su cabello, de sus uñas, de sus dientes; o en la forma y velocidad en la que cicatriza una herida sobre su piel.

Volviendo al ejemplo inicial de este artículo (el de la persona que se provoca una herida haciendo senderismo): si dicha persona dispone de suficientes o muchos recursos, es decir, si está muy bien nutrida, podremos comprobar que su herida cierra con rapidez y cicatriza perfectamente, sin complicaciones (infecciones, por ejemplo). Pero si la alimentación de dicha persona es deficitaria en alimentos como frutas, verduras e integrales (cereales, aceite de primera presión en frío, azúcar panela, etc.) el cuerpo no dispondrá de suficientes y adecuados recursos, y así, lo más probable es que tarde en cesar la hemorragia, que se dilate el proceso de cicatrización y que éste pueda verse entorpecido por alguna infección (presencia de pus).

Lo que conviene tener muy presente es que lo de la herida es sólo un ejemplo, porque el modo en que evolucione esa herida, perfectamente, podríamos hacerlo extensible al resto del cuerpo: células que envejecen prematuramente, tejidos dañados o infectados, órganos debilitados o enfermos...

Todos ellos, sin excepción, se verán afectados negativamente por una alimentación inadecuada, pobre en nutrientes. Y contrariamente: todos ellos se verán enormemente favorecidos por una alimentación natural, saludable y equilibrada, rica en nutrientes de calidad.

A fin de cuentas, ya lo dijo Hipócrates: Somos lo que comemos.

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