"Víctimas de la moda".

Hoy en día asistimos a un fenómeno de enorme relevancia mundial hacia el que no conviene mostrar indiferencia (por la cuenta que nos trae): el del auge económico de muchos países asiáticos, como Vietnam, India, Bangladesh, Turquía (incluso) y, por encima de todos ellos, China. Un fenómeno que discurre paralelo a otro no menos importante: el que en los países occidentales podamos comprar ropa y complementos de última moda a precios muy baratos; que, sin embargo, a la larga, podemos pagar muy caros.

El truco para confeccionar ropa muy barata es bastante sencillo:
  • Cultivar la materia prima, como el algodón, usando variedades transgénicas que se plantan en latifundios de Mali o Burkina Faso y obligando a niños-esclavos a recolectarlos durante horas a cambio de nada (aunque parezca increíble, lo que se les dice a muchos de esos niños es que eso es una actividad extraescolar que deben llevar a cabo).
  • Usar grandes cantidades de fertilizantes químicos y pesticidas altamente tóxicos para dichos cultivos. Sustancias que se aplican por trabajadores que no llevan ninguna clase de protección y que terminan enfermando o muriendo de enfermedades muy penosas.
  • Criar a animales (como las vacas) de la forma más cruel e inhumana que se pueda imaginar, en un régimen de ganadería intensiva para producir cuero abundante.
  • Contratar por un sueldo absolutamente miserable a trabajadores que tratan la piel y los tejidos (curtido, tinte, estampado, pegado, etc.) usando productos químicos totalmente prohibidos en la Unión Europea (organoclorados o metales pesados) y sin ninguna clase de protección. Trabajadores que terminan enfermando y muriendo en pocos meses o años, víctimas de cánceres, fibrosis pulmonar o dolores insoportables.
Por supuesto, responsables de todo esto son:
  • Los gobiernos de los mencionados países, los cuales son conscientes de estas infamias, pero las transigen so pretexto de la prosperidad y el desarrollo.
  • Las grandes multinacionales de la moda, como Zara, Mango, C&A, H&M... pero también, incluso, grandes marcas de renombre y prestigio en cuyas etiquetas podemos ver Made in China (que es lo mismo que Made in PRC -People's Republic of China-), Bangladesh, India o Vietnam.
  • Todos y cada uno de los intermediarios, mayoristas, terratenientes, capataces, contratistas, transportistas, comerciantes...
  • Y, por supuesto, los consumidores que las compran.
Y una cuestión fundamental: ¿cómo pueden afectar al consumidor esas sustancias tóxicas que impregnan tejidos, cuero, zapatos, etc.?¿Qué pueden provocar?
  • Dolores de cabeza, náuseas, mareos.
  • Dermatitis de contacto, alergias, picores, eczemas.
  • Una variada índole de trastornos respiratorios.
  • Daños graves al sistema nervioso.
  • Cáncer (conviene recordar, una vez más, que determinadas sustancias -como el formaldehido-, que están totalmente prohibidas en Europa, son utilizadas ampliamente en Asia para tratar las pieles, tintarlas o estamparlas con motivos gráficos; pero lo peor de todo es que muchas de estas prendas o artículos que las contienen consiguen pasar las fronteras y entrar en Europa, incluso en países tan desarrollados como Francia o Alemania).
  • Todo lo expuesto convendría tenerse en cuenta, de un modo especial, para los niños y las personas sensibles (como ancianos o mujeres embarazadas).
¿Qué hacer ante todo esto?
  • No comprar, bajo ningún concepto, ropa ni calzado en tiendas chinas.
  • Evitar comprar ropa, calzado y complementos con etiquetas de países asiáticos (Made in China) o tercermundistas (excepto si son de comercio justo).
  • Evitar a toda costa comprar ropa de color negro (incluso si es de algodón), ya que los tintes que se aplican para que el negro sea intenso y duradero, y resista los lavados, suelen ser muy tóxicos. Esto sirve, igualmente, para la lencería.
  • Que una prenda esté confeccionada con algodón ecológico no implica, necesariamente, que los tintes aplicados sobre ella sean naturales.
  • Evitar a toda costa comprar ropa confeccionada con fibras sintéticas, tales como el poliéster o la poliamida. Sobre todo, aquélla que va a estar en contacto con la piel.
  • Jamás comprar calzado Made in China. Máxime, si se trata de un zapato cerrado.
  • Escribir correos electrónicos a las multinacionales, como Zara o H&M, donde se les explique que uno está al corriente de sus prácticas, se les pida claramente que cambien su política y se les amenace con boicotear sus productos si no lo tienen en cuenta. Si lo hacen unas pocas personas, no servirá de nada, pero si son miles al final tendrán que tenerlo en cuenta, aunque sea para satisfacer a sus clientes, dar una imagen respetable y que no decaigan sus ventas.
Personalmente, diré que preferiría pagar más dinero por una prenda Made in EU (European Union), pero que me garantizara tanto su salubridad, que no se ha explotado a nadie para su confección y que en su proceso de producción no se han usado sustancias tóxicas ni contaminantes para el medio ambiente. Además, creo que esto sería una buena manera de potenciar la economía europea, crearía muchos puestos de trabajo, minimizaría nuestra dependencia (cada vez mayor) de las economías emergentes de Asia y permitiría a nuestras conciencias estar tranquilas (por no colaborar con prácticas y con negocios que resultan dañinos para las personas y para el planeta).

Si queréis conocer mejor este interesante tema, os recomiendo que veáis este magnífico documental; se titula:

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