Cómo evitar una discusión o un desencuentro de forma casi instantánea

Lo que voy a compartir con vosotros/as es una estrategia que está basada en mi propia experiencia. Aunque igualmente he comprobado que otras personas también la ponen en práctica con éxito. Por supuesto, no puedo daros una garantía absoluta de que vaya a funcionar en el cien por cien de los casos, pero sí que puedo deciros que a mí me ha funcionado extraordinariamente bien en unas cuantas ocasiones, alejando discusiones, suavizándolas o evitando un efecto bola de nieve con mi interlocutor.

Esta propuesta que os hago no tiene por objeto evitar meter la pata (porque somos humanos, y a veces, aunque no queramos, la metemos; y yo el primero) sino evitar una discusión después de que uno la haya metido. Es decir, evitar que ese desencuentro que vivimos con alguien pase a mayores.

Ante todo, deciros que una gran parte de las veces, las discusiones entre los seres humanos tienen su origen en malentendidos o en problemas (o interferencias) con la comunicación. Por ejemplo:
  • Caso 1: malentendido) Una persona (sujeto activo) hace algo con la mejor intención, pero ofende a otra. Y la persona ofendida (sujeto pasivo) presupone que la que le ha ofendido tenía intención de herirle. Con lo cual, a su malestar por esa herida hay que sumarle el resquemor por creer que la otra persona quería hacerle daño.
  • Caso 2: falta de comunicación) Dos amigos acuerdan acometer un proyecto de trabajo juntos, pero uno de ellos (sujeto activo) le dice al otro, sin entrar en muchos detalles (sin darle suficiente información), de una forma un tanto fría y a última hora que no puede ser porque le han surgido otros planes. Por consiguiente, la otra persona (sujeto pasivo) se siente dolida y resentida, porque interpreta (con la información de la que dispone) que su amigo no ha sido suficientemente considerado ni respetuoso, al faltar a su palabra.
Tanto en el caso número 1 como en el 2, para evitar la discusión es necesario que el sujeto activo decida reconocer humildemente su acto pero sin sentirse culpable y sin asumir la responsabilidad de que la otra persona se sienta ofendida. A fin de cuentas, es uno mismo el que elige sentirse ofendido. Porque si pensamos que son los demás los que nos ofenden, les damos el poder a ellos, y, por consiguiente, estaremos a su merced. Algo poco deseable, desde luego.

El primer paso, como digo, en dicha estrategia sería decir algo parecido a esto (son sólo dos ejemplos):

Te pido disculpas por haber actuado así contigo. Sé que te sientes dolido y me pongo en tu lugar.

o

Lamento de corazón que te sientas dolido por lo que te he dicho/hecho. La verdad es que he metido la pata y me doy perfecta cuenta de estás disgustado/triste/enfadado.

Tengamos en cuenta que, ante un desencuentro con alguien, algo que suele crispar bastante a la gente, y que puede convertirse en el principio de una discusión, es que el sujeto activo:

- No reconozca o le quite importancia a sus actos o a sus palabras (aquéllos que causan dolor o sufrimiento en el sujeto pasivo).
- No se disculpe por ellos.
- No sea capaz de ponerse en la piel del que sufre (empatía).

Sin embargo, si el sujeto activo:

- reconoce los hechos de una forma enfática (p. ej.: He metido la pata hasta el fondo o He actuado con gran torpeza),
- pide disculpas al sujeto pasivo
- y es capaz de ponerse en la piel del otro...

...no le dejará mucho margen al sujeto pasivo para recriminaciones, reproches, enfados o resquemores.

Veamos con un ejemplo práctico en qué se traduce todo esto:

Sujeto activo: ...tampoco es para ponerse histérica, no tiene tanta importancia que te haya dicho delante de los demás que te hace falta hacer ejercicio porque estás un poco rellenita. Vamos, no tenías por qué enfadarte. Le has dado demasiada importancia.
Sujeto pasivo: ¡Qué sabrás tú lo que es importante para mí! ¡Me has humillado delante de nuestros amigos!
SA: ¡Bah!, no es para tanto. Exageras.
SP: Me ha dolido mucho, y parece que a ti no te importa en lo más mínimo. ¿Es que no puedes comprenderme?

Sin embargo, si aplicamos un poco de armonía a la escena, podría quedar así:

SA: Cariño, siento mucho haberte dicho lo de antes, delante de nuestros amigos. Lo he hecho con la mejor intención, te lo aseguro, pero me doy cuenta de que he metido la pata y te pido disculpas. Sé que te sientes dolida y quiero que sepas que lo lamento y que te comprendo muy bien. Yo, seguramente, también me habría sentido molesto si hubiera estado en tu lugar. De verdad que lo siento. Si puedo hacer algo para que te sientas mejor...
SP: Bueno, no te preocupes, no pasa nada. Acepto tus disculpas y te agradezco que seas capaz de ponerte en mi lugar. Seguro que esto se me pasa enseguida.

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