¿Dónde está mi alma gemela?

No sé si una mayoría, pero sí una considerable cantidad de personas sueñan en algún momento de su vida con encontrar a su alma gemela. Me refiero, concretamente, a ese ser, pretendida o supuestamente maravilloso y extraordinario, que encajaría con nosotros a la perfección, y con quien podríamos compartirlo todo durante el resto de nuestra vida.

Me pregunto si he conocido a alguien, alguna vez, que haya encontrado a su alma gemela... y que le haya durado toda la vida (porque claro, se supone que un alma gemela no te dura dos o seis meses). A ver que piense... A ver...

Creo que no. Vamos... casi seguro. Bueno, definitivamente: no he conocido a nadie que haya encontrado a su alma gemela... y le haya durado toda la vida. No. Pero sí he conocido, contrariamente, a muchas parejas que decidieron salir, vivir juntos o casarse con una idea en la cabeza del tipo: Sin duda, ella es la mujer de mi vida. O: Sin duda, él es el hombre de mi vida. Y luego, una buena parte de dichas parejas, más tarde o más temprano, han acabado de forma... digamos... divergente.

La verdad es que en todo este asunto hay algo que me chirría. Porque cuando escucho a la gente hablar de ello me da la sensación de que el concepto de alma gemela implica, de alguna manera, que nunca vas a tener dificultades, sinsabores o desencuentros al lado de esa persona tan especial y fantástica. O que la relación entre ambos va a ser siempre algo fluido y armonioso, siendo que las relaciones humanas comportan, en mayor o menor grado, toda una suerte de retos y desafíos. A lo que yo me pregunto: ¿no será que el concepto alma gemela conlleva, parejo, el de idealización? Pues me inclino a pensar que sí.

Total: que puedes creer que has encontrado a tu alma gemela... hasta que llega el día en que te llevas un chasco... y vas y descubres que no lo es. O bien te puedes pasar media vida, o una entera, esperando a que llegue tu princesa o tu príncipe azul... y que no llegue jamás. Con la frustración que eso implica.

Por eso, lo que yo os propongo es una reflexión, y un posterior replanteamiento de esta jugosa cuestión que nos ocupa:

Si nos fijamos bien, no tardaremos en darnos cuenta de que, si al concepto de alma gemela que he explicado antes:

Ese ser, maravilloso y extraordinario, que encajaría con nosotros a la perfección, y con quien podríamos compartirlo todo durante el resto de nuestra vida.

le quitamos la parte de ...durante el resto de nuestra vida... ¡nos salen almas gemelas hasta de debajo de las piedras!

Porque, ¿quién no ha conocido, o conoce, más allá incluso del ámbito de las relaciones de pareja, a algunas personas que te caen fenomenal, con las que encajas de maravilla y te ilusiona estar cerca de ellas? Son personas que, efectivamente, sientes que están en tu onda, que te comprenden, con las que lo pasas deliciosamente, te ríes, puedes llorar en su hombro... Personas con las que vibras. ¿Y acaso no son almas gemelas? Puede ser gente de todo tipo: hombres, mujeres, un amigo, el quiosquero de la esquina, el conserje de tu finca, esa cajera tan simpática del supermercado que siempre tiene una palabra amable para ti, ese primo tuyo que te dejó dinero cuando estabas tan apurado, que siempre cuenta chistes y te ríes un montón con él...

Cierto es que algunas de esas personas maravillosas se quedan en el camino, que no duran toda la vida. Algunas vienen y otras se van. Porque a veces ocurre, aunque no necesariamente, que las relaciones se estropean, o se enfrían, o se rompen. Pero, comoquiera que sea, todas esas personas tan queridas tienen un denominador en común: las sientes muy afines y cercanas a ti, y llegas a experimentar un gran cariño y aprecio por ellas, incluso un gran amor... aunque no siempre te duren toda la vida.

Así es que, mientras llega nuestra alma gemela, ¿por qué no disfrutar al máximo de todas esas almas gemelas que nos vamos encontrando por el camino?

Son tantas...

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