¿Cambio o... mutación?

A poco que uno se fije, se dará cuenta de que todo a nuestro alrededor cambia con el tiempo: los teléfonos móviles, las farolas de las calles, los edificios, las presentadoras del telediario, el precio del billete de metro... Es ley de vida. Lo nuevo sustituye a lo viejo, a lo antiguo, a lo caduco, a lo obsoleto.

Del mismo modo, cuando nuestra batidora se estropea y no tiene arreglo, la sustituimos por otra; o cuando nuestros pantalones vaqueros se han quedado demasiado viejos, compramos unos nuevos. Sin embargo, nosotros, los seres humanos, no tenemos recambio. No podemos ser sustituidos, ni reemplazados por una versión nueva o mejorada de lo que somos. Porque cada uno de nosotros es un individuo singular e irreemplazable.

Quizá por eso muchas personas temen a la palabra cambio cuando se les plantea la posibilidad de aplicarla sobre sí mismas, porque les da miedo dejar de ser lo que son, o, por lo menos, dejar de ser aquello con lo que se identifican. Y es que eso de Tienes que cambiar suena verdaderamente fatal. Vaya que sí.

El diccionario confirma esta tesis cuando define cambiar como Sustituir una cosa por otra.

Sin embargo, existe un concepto mucho más amable que, perfectamente, podría sustituir al de cambio: mutación.

Mutación, realmente, no supone sustitución, ni reemplazo. Implica, más bien, el concepto de modificación, transformación y evolución. De hecho, la vida en el planeta Tierra, a lo largo de su larga historia, se compone de sucesivas mutaciones en las especies.

En esta imagen que he preparado se ilustra claramente el concepto de cambio (secuencia superior) frente al de mutación (secuencia inferior).

Como veis, en la parte de arriba el círculo sustituye al cuadrado; y el triángulo, posteriormente, reemplaza al círculo. Pero en la de abajo, el cuadrado va experimentando sucesivas modificaciones, mutaciones, o transformaciones, va evolucionando hasta convertirse en algo parecido a una letra E. Además, si os dais cuenta, dicho cuadrado conserva en todo momento su esencia (las cuatro rectas que lo conforman); simplemente, se va modificando su forma.

Ahora la pregunta es: ¿y por qué un cuadrado iba a querer transformarse en algo parecido a una letra E? Y aquí tenéis la respuesta:


Para poder encajar y acoplarse a otra E.

Evidentemente, todo esto que os comento es una metáfora de la vida. La mutación y la evolución, en definitiva, son mecanismos que nos permiten a los seres humanos (y al resto de seres vivientes) adaptarnos al medio, a las circunstancias, o que nos facultan para alcanzar metas u objetivos, o bien para materializar proyectos. La transformación es un requisito imprescindible para el crecimiento.

Por otro lado, si nos conceptualizamos como seres estáticos o inamovibles, si nos apegamos con rigidez a nosotros mismos, a nuestras ideas, puntos de vista o creencias, a nuestro yo o a nuestro ego, ¿cómo podremos acompasar la tendencia universal hacia la evolución que tanto caracteriza al Universo? Lo que estaríamos haciendo en ese caso sería, simple y llanamente, ir contra natura.

Imaginemos a una chico que se llama Menganito. Es sábado por la noche y está de fiesta con unos amigos, bailando, riendo y tomando unas copas en una terraza de verano. De repente suena su móvil. Su cuñado le llama para decirle que su hermana acaba de dar a luz en el hospital. Entonces él deja a sus amigos y acude inmediatamente al centro sanitario, a la sección de maternidad, para visitar a su hermana. Por descontado que Enrique no se va a comportar igual en la sección de maternidad del hospital que en la terraza con sus amigos. En realidad, en ningún momento va a dejar de ser él mismo. Simplemente, modificará (alterará) su manera de comportarse para adaptarse de forma armónica a las circunstancias. De la misma manera que nosotros podemos mudar la ropa que llevamos puesta y adecuarla, por ejemplo, a la temperatura ambiental de cada momento.

Y así, con todo lo demás...

Comentarios