Cómo alimentarse según las estaciones del año

Me parece obvio que en la actualidad se ha perdido gran parte de la sabiduría popular que atesoraban nuestros antepasados y que tan útil les resultaba para manejarse hábil y exitosamente en lo cotidiano.

Hoy en día, el ser humano se ha alejado tanto de su centro de equilibrio, de esa sabiduría ancestral y de su instinto que a menudo se ve obligado a pagar para aprender a reírse, para que le enseñen a no pensar o para saber cómo relacionarse con los demás. Todas ellas, cuestiones elementales de la vida... pero que a lo mejor nadie nos ha enseñado nunca.

A propósito de todo esto, en algunas ocasiones la gente me hace preguntas muy simples esperando  como respuesta una larga explicación. Sin embargo, muchas veces la respuesta es de lo más sencilla. Por ejemplo:

La madre de un amigo mío me preguntó este pasado verano: ¿Por qué engordo si como muchas ensaladas? A lo que mi respuesta fue clara y concisa: Porque les añades vinagre.

Una amiga me invita a comer a su casa la semana pasada, y en la sobremesa me pregunta: ¿Por qué se me hincha el vientre cuando como fruta? Y mi respuesta: Porque la tomas como postre.

Así de simple.

Otra pregunta que me han hecho alguna vez, y que a priori se puede pensar que podría merecer una larga respuesta, tiene, sin embargo, una explicación sencillísima:

¿Cómo conviene que nos alimentemos según las estaciones del año?

La respuesta es de lo más simple:

Comiendo los alimentos que da la tierra en cada estación. Ni más ni menos.

Otra cosa es que queramos complicarlo más.

¿Y cómo saber cuáles son los alimentos de cada estación? Pues entras en Google y escribes en el buscador Vegetales temporada o Alimentos estación, por ejemplo. Y te encuentras con decenas de páginas donde se detallan.

Luego, podemos entrar en ciertos detalles. Como, por ejemplo:

¿Es conveniente comer ensaladas en invierno?

Y mi respuesta:

Pues si vives en Bruselas o en Oslo, quizá no te apetezcan mucho. Lógicamente. Porque te enfriarán la sangre y el cuerpo. Pero si vives en Valencia, en Cádiz o en Marruecos no será de extrañar que puedan apetecerte.

No obstante, conviene matizar un poco todo esto. Más que nada, porque la especie humana se ha diversificado enormemente. Esto significa que aunque todos somos Hommo sapiens (bueno, no sé si todos...), no todos somos exactamente iguales. Sobre todo, porque nuestra fisiología y metabolismo están sujetos a factores psicoemocionales. Y con esto quiero decir, por ejemplo, que si una persona es fría de carácter le irán mucho mejor las sopas calentitas que las ensaladas en invierno (para atemperarse). Pero si una persona es irascible y se calienta con mucha facilidad, le irá fenomenal un poco de ensalada antes de comer (también, para atemperarse), incluso en pleno mes de enero.

Como podéis comprobar, los aspectos esenciales de la alimentación humana son bastante simples y universales. Pero si nos ponemos a hilar fino... el tema puede dar mucho de sí.

Tanto, de hecho, que hasta se puede hacer de ello una profesión.

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