"Ashes and Snow", de Gregory Colbert.

Al amparo de una preciosa fotografía minimalista y de una banda sonora embriagadora, rodado en 35 milímetros, se erige portentosamente ante el espectador Ashes and Snow (Cenizas y nieve), dirigido con desacostumbrada maestría por Gregory Colbert; quien dijo, a propósito de este singular documental:


Cuando empecé Ashes and Snow en 1992, quería explorar la relación entre el hombre y los animales desde adentro hacia afuera. Al descubrir el lenguaje compartido y las sensibilidades poéticas de todos los animales, estoy trabajando para restaurar el territorio común que existió alguna vez, cuando la gente vivía en armonía con los animales.

Todas las culturas, desde los egipcios, pasando por los mayas y los nativos americanos hasta los beduinos, crearon bestiarios que les permitían expresar su relación con la naturaleza. Ashes and Snow es un bestiario del siglo veintiuno, lleno de especies de alrededor del mundo. La orquesta de la naturaleza incluye no solo al Homo sapiens, sino también a los elefantes, ballenas, manatíes, águilas, guepardos, orangutanes y muchos otros más.

Efectivamente, el maestro Colbert, sin trampa ni cartón (prescindiendo de trucos digitales o de edición), nos dibuja a través de sucesivas escenas que se vuelven hipnóticas un paisaje que perdió vigencia hace mucho tiempo: ése en el cual animales y seres humanos convivían como hermanos, en armonía unos con otros.

En esta realidad casi onírica en la que, de facto, todo es posible, contemplaréis felinos paseando garbosos y luego estáticos junto a personas, en sorprendente concordia. Veréis elefantes que se yerguen cuales monolitos, recios e impávidos, ante embarcaciones que surcan sus aguas territoriales...

Podréis observar a seres humanos abrazados a leones marinos en el lecho oceánico, águilas volando majestuosamente, o incluso dos amantes que confluyen en una danza subacuática...

Probablemente, empezaréis viendo Ashes and Snow, pero conforme avance el documental esa visión dará paso a las sensaciones, y luego a las emociones.

En cuyo caso, os sugiero que os dejéis llevar por ellas, para que os transporten a un espacio y a un tiempo llenos de belleza, de poesía y de vida, donde, con toda seguridad, disfrutaréis.

A continuación, una pequeña muestra:

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