Cáncer de laringe y emociones

Más allá de factores orgánicos, patógenos o tóxicos, que los hay, por supuesto, y de una predisposición genética, el origen de todas las enfermedades, afecciones y achaques radica en el plano psicoemocional. Es ahí donde se gesta el núcleo de un conflicto que, en caso de alcanzar cierta envergadura y/o persistir en el tiempo, termina precipitando en el plano corpóreo (defino conflicto como el desfase entre lo que el individuo es y lo que manifiesta).

El cáncer pone de relieve, como digo, un conflicto de envergadura, sostenido, además, en el tiempo, es decir, una situación de gran impacto o calado en la vida de la persona que se alarga considerablemente.

La laringe es la parte superior de la tráquea y consta de una estructura músculo-cartilaginosa cuya función es la fonación, o sea, la emisión de la voz.

Así pues, a tenor de mi propia experiencia observada en distintas personas afectadas, os diría que el cáncer de laringe simboliza un conflicto con la voz relacionado, concretamente, con aquello que no me atrevo a decir (por miedo, evidentemente).

Puede tratarse, por ejemplo, de un gran dolor, un gran disgusto o una gran rabia que la persona afectada vivió en su interacción/relación con otra... y que no se atrevió a verbalizar (expresar hacia fuera). Por consiguiente, esa emoción oscura y densa quedó ahí, atrapada malignamente (causando daño) en la laringe.

Pero también puede deberse a un proceso continuado en el tiempo, por ejemplo, un empleado que sufre diariamente la humillación por parte de su jefe y no se atreve a decirle lo que piensa por temor a perder su empleo. Por tanto, esas palabras que no llegan a pronunciarse quedan igualmente atrapadas, malignamente, en la laringe.

El cáncer de laringe, como conflicto de envergadura que revela, requiere de la persona afectada un gran cambio, un replanteamiento vital importante, para ser superado. Invita, pues, a terminar con el viejo paradigma de: Mejor me callo no vaya a ser que... Invita a expresar lo que pensamos y sentimos tal cual es. Aquello que nos causa dolor, disgusto, pesar, sufrimiento, malestar...

Quizá no siempre sea una idea oportuna decirle a la cara a ciertas personas aquello que pensamos o sentimos, es cierto, pero en esos casos bastará con que se lo contemos a alguien de confianza, o que, simplemente, lo expresemos en voz alta cuando estemos solos (con la carga emocional que corresponda). A fin de cuentas, nuestro subconsciente no notará la diferencia, pero sabrá que lo que teníamos dentro ha salido afuera y nos hemos librado de ello.

Y es que lo que nos enferma no son esas palabras feas, duras o amargas que decimos cuando estamos enfadados...

...son las que nunca llegan a decirse.

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