Tengo muchos pares de ojos

Por mucho que me empeñe, hay partes de mi cuerpo que no consigo ver: mi nuca, mi espalda... Da igual que tenga buena vista. Para tal efecto, haría falta un juego de espejos. Y algo parecido ocurre en el plano del Yo, o de la personalidad: hay partes de mí que, por muy buena vista que tenga, no alcanzo a ver...

Afortunadamente, en la visión que tengo de mí mismo cuento con otros muchos pares de ojos (conocidos, amigos, familiares, desconocidos...) que me ayudan a ver aquello que hay en mí (gestos, formas de actuar, de hablar, de expresarme...) y que no alcanzo a ver por mí mismo.

Por eso, agradezco de corazón que haya en mi vida personas valientes capaces de vencer posibles barreras o temores y decirme, de una manera constructiva y amable, eso que ven en mí y que yo no veo.

Gracias a esas personas, como digo, me doy cuenta y tomo conciencia de esas facetas de mí que quedan fuera del alcance de mi visión y que son susceptibles de ser transformadas (lo que algunos denominarían como defectos), para que yo pueda convertirlas luego en algo, igualmente, constructivo y amable.

Comprendo que estas visiones ajenas sobre mí mismo, cuando efectivamente son constructivas y amables, surgen del aprecio y del cariño. Provienen de personas a las que no les mueve el juicio, ni la crítica ni la condena sino un deseo limpio y puro de que yo sea más feliz. Seguramente, porque ellas mismas, en su propia vida, buscan crecer, evolucionar y ser más felices. Y saben lo bien que viene un poco de ayuda externa.

Especialmente, para completar y redondear esa visión de conjunto (holística) que cada uno tenemos de nosotros mismos.

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