La causa profunda de las adicciones y las dependencias



Cuando dispones de las herramientas adecuadas y observas la realidad desde una perspectiva amplia y profunda, te das cuenta de que las causas originales de algunos fenómenos y manifestaciones se encuentran a un nivel más profundo que el de las causas aparentes. Te das cuenta, por ejemplo, de que el virus de la gripe no es el verdadero causante de la gripe. Descubres que el verdadero causante es un estado emocional derivado de un conflicto interno que, a su vez, deprime el sistema inmunitario. Y es esa bajada de defensas la que deja entrar el virus en tu cuerpo y le permite hacerse fuerte y proliferar. A fin de cuentas, si el principal causante de la gripe fuera un virus, cuando hay una epidemia de gripe, todo el mundo enfermaría (porque casi todo el mundo se contagia), pero no es así. Da igual en la epidemia que pienses a lo largo de la historia, siempre ha habido un grupo de la población que, aun viéndose expuesta al virus, no enferma. 

En definitiva: desde un prisma genuinamente holístico, una enfermedad como la gripe no está causada en primera instancia por un virus, sino en última instancia. No es que el virus no tenga nada que ver con la gripe. Tiene que ver, y mucho. Pero en esa cadena de acontecimientos el virus no es el primer eslabón, es, por el contrario, uno de los últimos. O dicho de otro modo: la causa original de las enfermedades no se encuentra en el plano físico (orgánico) sino en el plano emocional.

Por la misma regla de tres, cuando observas holísticamente un fenómeno como la adicción al tabaco, te das cuenta de que las causas del mismo no se encuentran en el plano psicológico, tal como muchos creen. Decir que las causas de la adicción al tabaco son psicológicas sería como decir: Soy adicto al tabaco porque cuando fumo el tabaco me relaja. O: Fumo porque el tabaco me da seguridad en mí mismo. O bien: Me entran ganas de fumar cuando empiezo a sentir ansiedad y no sé cómo librarme de ella. Ojo: no es que todas estas razones no sean ciertas. Claro que lo son. Lo que ocurre es que esas razones no son la causa original, la causa primera. La causa de los conflictos humanos no se encuentra en el plano psicológico sino en el plano emocional. Así pues, si alguien es dependiente del tabaco, no lo es por razones psicológicas sino por razones emocionales. Y, por consiguiente, si alguien se plantea superar definitivamente (para siempre) esa adicción, tendría que acudir al plano emocional, y resolverla desde ahí.

Entrando en materia, y a tenor de lo que he podido observar como profesional en cientos de personas, puedo deciros que el origen de las adicciones y de las dependencias (comida, alcohol, tabaco, drogas, deporte, velocidad, sexo, pareja, etc.) está íntimamente ligado a un profundo vacío interior. Esto no significa, o al menos no necesariamente, que la vida de la persona que sufre una adicción o una dependencia esté vacía. Significa, simplemente, que en su vida hay un gran vacío, un vacío profundo. Son cosas distintas. Y en la inmensa mayoría de los casos las causas de ese vacío las encontramos en la infancia.

La adicción/dependencia permite a la persona afectada llenar ilusoriamente ese vacío interno y tapar la tristeza, la ansiedad o la desesperación que a menudo provoca aquél. Es decir, la persona siente, a un nivel inconsciente, que su vida no consigue satisfacer sus deseos más profundos. De ahí sobreviene una frustración que necesita ser compensada de alguna manera. Por eso, el individuo, a través de su adicción/dependencia, consigue evadirse, al menos momentáneamente, de esa áspera realidad. Se evade para sumergirse en una realidad más amable y llevadera... para vivir una felicidad de cartón-piedra, que, por si fuera poco, le lleva a pagar un alto precio: dañar su salud (física/mental), y, sobre todo, su autoestima. Es un círculo vicioso: caes en la adicción/dependencia porque te falta autoestima; y, a su vez, tu adicción/dependencia lesiona tu autoestima.

Como decía antes, las más de las veces, el origen de la adicción/dependencia conviene buscarlo en la infancia, pues es en ese período de la vida donde nos encontraremos a una persona que experimentó carencias afectivas más o menos profundas vinculadas a los padres (a uno de los dos o a ambos). Aunque en un gran número de casos esa carencia tiene que ver, sustancialmente, con la madre.

El simple hecho de no haber recibido el pecho de la madre, o haberlo recibido durante un corto período de tiempo, ya es una carencia afectiva muy importante, porque a través de la lactancia a demanda (la que experimenta cualquier mamífero del planeta) la madre no sólo transfiere a su bebé un alimento físico sino también un alimento emocional de importancia capital.

Como digo, es FUNDAMENTAL recibir el alimento, la atención, el cuidado y el amor de la madre, en primera instancia; y luego el del padre. Porque cuando los padres satisfacen en gran medida esas necesidades afectivas del niño (sobre todo, desde que nace hasta los siete años), cuando le brindan cariño, respeto, atención, confianza, reconocimiento, valor, determinación, alegría, corporeidad (besos, abrazos, caricias, contacto físico...) tanto menos propenso será ese niño a ser dependiente/adicto cuando sea adulto.

Desde luego, las adicciones abarcan un espectro muy amplio de posibilidades, desde algunas menores, como la adicción al pan hasta otras altamente destructivas, como la adicción a las drogas sintéticas. Sin embargo, cuando observamos la población de un país, nos damos cuenta sin demasiado esfuerzo de que no es fácil encontrar a una persona completamente libre de adicciones. Porque, es cierto que no todo el mundo está enganchado a la cocaína o a las máquinas tragaperras, pero sí hay mucha gente enganchada al alcohol, al tabaco o a las relaciones tóxicas. Y si hablamos de las adicciones relacionadas con los teléfonos móviles y con las redes sociales... pocos se salvan.

Todo encaja: gran parte de la sociedad es adicta o dependiente porque gran parte de sus individuos no recibieron en su infancia su adecuada dosis de afecto, de cariño, de amor. Y esas carencias tienden a dejar una huella muy profunda que pervive indefinidamente en la edad adulta, hasta que el individuo tome conciencia de ello y haga lo justo y necesario para sanarlas.

¿Y qué hace falta para poder sanar las dependencias y las adicciones?

Por supuesto, cada persona es un mundo. Y cada caso merece ser abordado de manera individual. En general, son varios los caminos y las herramientas que le pueden permitir a la persona superar una adicción o una dependencia. Pero cualquiera de ellos, de un modo u otro, más tarde o más temprano, implicará llevar a cabo un trabajo personal. Eso es ineludible: las altas metas de nuestra vida exigen de nosotros un crecimiento.

Lo primero sería reconocer que en ti hay algo que deseas trascender. No hace falta que te etiquetes. Simplemente, que abras los ojos y que admitas ante ti mismo lo que te está sucediendo. Luego, aunque pueda parecer algo simple: hace falta que creas, sin dudarlo, que puedes superarlo. Porque con esa creencia firme estarás activando tu mente cuántica. Ya sabes: creamos lo que creemos.

Por otro lado, no puedes regresar a tu infancia y exigirles a tus padres que te den aquello que legítimamente te correspondía y no te dieron. Es necesario (por no decir IMPERATIVO) que te reconcilies con ellos, que perdones sus faltas, porque ellos, lo creas o no, no supieron hacerlo mejor. Perdonarlos a ellos... y perdonarte a ti mismo; porque tú tampoco has sabido hacerlo mejor... hasta ahora.

Conviene que comprendas que tú eres la persona más apropiada de este mundo para darte a ti misma eso que tus padres no te dieron en tu infancia. Sí, tú puedes aprender a amarte, a cuidarte, a darte cariño, a tratarte con dulzura, con respeto, con delicadeza, con alegría. Y tú también eres la persona más adecuada para empezar a vivir una vida en plenitud, es decir, para llenar tu vida de cosas que te den felicidad, para hacer cosas que te gusten, que te motiven, que te hagan sonreír y sentirte radiante.

Y, por supuesto: aprender a mostrarte tal como eres, a ser tú mismo, a expresar lo que llevas dentro, lo que piensas, lo que sientes, el amor que te hace vibrar. Abrir tu mente y tu corazón a las experiencias que te vaya brindando la vida, ver en cada situación una oportunidad para crecer, para aprender, y, por encima de todo, para disfrutar.

Porque en la medida en que tu vida sea rica y plena, tanto más ajeno te volverás a las dependencias y a las adicciones.

¿Te apetece comprobarlo?

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