A este mundo no hemos venido a aprender


Lo he oído muchas veces, saliendo por boca de innumerables personas, que lo aseguran con una gran convicción: A este mundo hemos venido a aprender.

Y puede sonar como una verdad lógica y razonable. Ser algo evidente. Tan evidente, tan claro, que incluso muchos no se atrevan a discutirlo.

Lo que ocurre es que si tú tienes una creencia firme, fuerte e intensa, puedes estar seguro que ésta marcará con firmeza, con fuerza y con intensidad tu propia vida, y lo que en ella suceda. A fin de cuentas, creas lo que crees.

Seguramente, tú, que estás leyendo este texto, ya no estés instalado en el viejo paradigma de: A este mundo hemos venido a sufrir (¿o sí?). Porque si te instalas ahí, ya sabes lo que toca: sufrir. Sufrir cada dos por tres. Sufrir lo que no está escrito. Fundamentalmente, porque así lo crees. Porque así lo decretas. Y porque inconscientemente vas creando una realidad que, comoquiera que sea, te llevará a sufrir.

Desde luego, ser capaz de aprender de lo que uno vive es algo maravilloso. Poder sacarle jugo a la vida, evolucionar... Lo que sucede es que para aprender de lo que vives tienes que usar tu mente. Y el usarla constantemente puede llegar a ser agotador.

Si hemos venido a este mundo a aprender, y para aprender hay que pensar, ¿entonces tenemos que pasarnos la vida pensando? ¿Es ese, de verdad, el objetivo? ¿Es esa nuestra mayor aspiración?

Tal como yo lo veo, la razón de ser de nuestra existencia en este mundo, al final, es una elección. Tú eliges para qué has venido. Tú eliges cuál es tu objetivo en esta vida. Y mi objetivo primordial, te lo aseguro, no es aprender.

Tal como yo lo siento, he venido a este mundo para ser feliz. Y cada vez más. Cada día que pase. Cada mes. Cada año, un poco más. O mucho más... En realidad, no hay límite.

Para mí, el aprendizaje es una de las herramientas para la felicidad. Pero no es el fin. Es un medio. Es valioso. Muy valioso. Pero es sólo un medio.

Experimentar, aprender, crecer, transformarnos, evolucionar... son los medios que nos sirven para ser cada día más felices. Pero una cosa es el medio y otra cosa muy diferente es el fin.

Sólo quiero decirte que, puestos a elegir, yo elijo cuál es mi misión en este mundo. La más importante de todas. Mi objetivo prioritario.

Yo he venido a este mundo para ser feliz.

Y cada día, más.

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