Madre Naturaleza: me rindo a tus pies.


A lo largo de mi trayectoria profesional han sido no pocas las personas que han acudido a mí para darme a conocer algunas de las más renombradas marcas de complementos dietéticos. Curiosamente, casi todas esas personas me aseguraban que a ellas les había cambiado la vida y que sólo querían robarme unos minutos para que yo conociera esa maravilla de productos, con la seguridad de que a mí me iban a encantar.

Obviamente, esas personas ni me conocían bien, ni conocían mi filosofía de vida, ni conocían, tampoco, a qué me dedico exactamente.

Por si fuera poco, todos esos productos tenían algo en común: su elevado precio. Botes de menos de medio quilo, elaborados de forma completamente natural, que, tranquilamente, te pueden costar 40, 60 ó 90 euros; o incluso más. Y que si los tomabas siguiendo las recomendaciones del fabricante, apenas te duraban un mes. A lo que hay que añadir que, para tener todas tus necesidad cubiertas, tenías que tomar varios botes diferentes, pues unos complementaban a otros.

A todo esto, yo, me pregunto: ¿Puede ser una piscina mejor que un cálido océano? ¿Puede una calefacción acercarse a la calidez que irradia el Sol? ¿Puede una leche artificial en polvo llegar a imitar a la de una madre?

Entonces, por la misma regla de tres, ¿puede el ser humano crear en un laboratorio una mezcla de moléculas que sean mejores en calidad que las que sabiamente dispone la Madre Naturaleza a través de sus alimentos naturales? ¿Pueden 100 años de ciencia moderna aplicada a la alimentación superar los cientos de millones de años de ventaja que nos lleva la Naturaleza? Y por último: ¿cómo puede mejorarse lo que ya es perfecto? En caso afirmativo, por favor, que alguien me lo explique.

Modestamente, pienso que la Naturaleza es insuperable, y que sólo el ser humano, cuando actúa desde su ego, puede creerse superior a ella o puede verle defectos o imperfecciones.

Sí, los seres humanos tenemos ego, intereses creados y una mente que a menudo nos engaña. La Naturaleza no tiene ego, no trabaja para nadie, no busca sacarte el dinero, no piensa (ni falta que le hace). Ella es una manifestación perfecta del Universo. Por eso, ni el mejor de los laboratorios es capaz de hacerle sombra.

Una persona que desee alimentarse saludable y equilibradamente, y no tener carencias, sólo tiene que buscar los alimentos más naturales que encuentre a su alcance. Alimentos que hayan sido cultivados sin pesticidas, sin fertilizantes químicos, sin hormonas, sin modificar sus genes...

Mi recomendación es muy simple: si dudas, elige siempre lo que sea más natural. Luego, observa los efectos de tu elección a lo largo del tiempo, mira cómo te sientes.

Y después saca tus propias conclusiones...

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